El golpe que salvó sus ojos
- Jairo Morfin
- 1 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 may
Hace unas semanas, un paciente llegó a mi consultorio con un motivo poco común: lo habían asaltado y durante el incidente recibió un golpe directo en el ojo. Aunque no había pérdida de visión aparente, le preocupaba que el trauma pudiera haber causado algún daño interno.
Lo revisé a fondo. La buena noticia: el golpe no había afectado estructuras importantes del ojo. Pero al realizar una evaluación completa —como lo hago siempre, incluso cuando parece no haber problema mayor— encontré algo alarmante: tenía glaucoma en etapa avanzada.
Lo miré con calma y le expliqué que el golpe no le había hecho daño… pero que gracias a ese accidente, estábamos a tiempo de evitar algo mucho peor: la pérdida irreversible de su vista.

Una enfermedad que no duele, pero que destruye
El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a más de 76 millones de personas y se espera que ese número supere los 110 millones en 2040.Lo más preocupante: la mitad de quienes lo padecen no lo saben.
Esto sucede porque el glaucoma no da síntomas en sus primeras etapas. La visión periférica se va perdiendo lentamente, sin dolor, sin molestias, sin señales evidentes. Cuando el paciente comienza a notarlo, muchas veces ya ha perdido una parte importante de su campo visual… y el daño es irreversible.
¿Ver bien = estar bien? No siempre.
Muchos pacientes no consideran visitar al oftalmólogo mientras "vean bien". Es comprensible: en otras áreas de la salud, el dolor o el malestar suelen ser las señales que nos hacen buscar ayuda. Pero con los ojos, muchas enfermedades avanzan sin avisar.
Además del glaucoma, hay otras condiciones como la retinopatía diabética, la degeneración macular o ciertos tipos de tumores intraoculares que pueden estar presentes sin afectar inicialmente la agudeza visual.
Una revisión completa no sólo mide si ves bien de lejos o cerca. Evalúa la presión intraocular, el fondo de ojo, el nervio óptico, el campo visual y otros parámetros vitales para detectar problemas que no se "sienten".
¿Quién debería revisarse?
Toda persona mayor de 40 años, aunque no tenga síntomas.
Personas con antecedentes familiares de glaucoma.
Diabéticos, hipertensos o pacientes con enfermedades autoinmunes.
Cualquier persona que use pantallas por largas horas o note fatiga visual constante.
Y, por supuesto, cualquiera que nunca haya tenido una revisión oftalmológica completa.
¿Por qué esperamos un golpe para reaccionar?
El caso de este paciente me dejó pensando en algo que veo con frecuencia: a veces necesitamos un golpe —literal o simbólico— para tomar acción. Una molestia, un accidente, un susto… y entonces acudimos al médico.
Pero no deberíamos esperar. La vista es uno de nuestros sentidos más valiosos. Es el sentido que nos permite trabajar, leer, conducir, disfrutar de un paisaje o del rostro de nuestros seres queridos. Y sin embargo, muchas veces lo damos por sentado… hasta que algo cambia.
Un simple chequeo puede marcar la diferencia
Ese día, el paciente se fue agradecido. No por el golpe, sino por lo que permitió descubrir a tiempo. Y yo me quedé con la satisfacción de haber podido ayudarlo —pero también con la inquietud de pensar cuántas personas más podrían estar en la misma situación sin saberlo.
Si tú que estás leyendo esto hace más de un año que no te revisas los ojos, agenda una consulta. Y si tienes más de 40, hazlo aunque te sientas bien. No esperes a que algo te obligue.
A veces, una simple revisión puede salvar tu vista.
¿Hace cuánto no revisas tus ojos?Pide tu cita. Cuida tu visión hoy… para seguir viendo mañana.
Comments