La historia de Ana y sus lentes "mal graduados"
- Jairo Morfin
- 22 may
- 3 Min. de lectura
A veces, las campañas de salud visual nos regalan historias que se quedan grabadas. Esta es una de ellas.
Ana llegó a una de nuestras jornadas comunitarias con cara de fastidio. Lo primero que dijo fue que "nunca le quedan bien sus lentes". Se notaba incómoda. Ese día en particular, veía borroso desde que despertó, y no mejoraba con el paso de las horas. Le pregunté por sus revisiones anuales y me respondió con un gesto entre risa nerviosa y resignación: "¿Revisiones? Hace años que no me checo nada."
Con esos tres datos —visión borrosa súbita, lentes constantemente inadecuados y ausencia de chequeos regulares—, mi sospecha fue clara: algo no estaba bien con sus niveles de glucosa. Le pedí que acudiera a mi consultorio con una prueba de laboratorio en mano para descartar diabetes. Dudó, pero accedió gracias a que le ofrecimos la revisión sin costo. Una semana después, Ana volvió.
Bingo. Ana tenía diabetes, y no una recién diagnosticada: su hemoglobina glucosilada y su glucosa en ayuno estaban completamente fuera de rango. La dilatamos ese mismo día para revisar su retina. Confieso que respiré profundo: no había retinopatía diabética, ni glaucoma, ni cataratas. Estábamos a tiempo.
¿Cuánto tiempo llevaba así? Difícil saberlo. Pero su largo historial de lentes “mal graduados” era una pista de que su glucosa probablemente había estado subiendo y bajando desde hace tiempo, afectando la forma de su cristalino y, por lo tanto, su graduación.
La referimos de inmediato al internista. Hoy, tres años después, Ana se atiende rigurosamente. El camino no fue fácil, pero gracias a un equipo interdisciplinario —internista, nutriólogo y oftalmólogo—, encontró razones de peso para cuidar su salud. Su retina sigue sana, no hay signos de glaucoma, y, por supuesto, sus lentes ya no le causan problema alguno.

La diabetes en México: un reto nacional
Historias como la de Ana se repiten en millones de hogares. La diabetes mellitus tipo 2 se ha convertido en una de las epidemias silenciosas más graves en nuestro país. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2022):
Aproximadamente 12 millones de mexicanos adultos viven con diabetes.
Se estima que 1 de cada 3 personas con diabetes no ha sido diagnosticada, lo que significa que siguen viviendo sin tratamiento ni control médico.
Es la segunda causa de muerte en México y la primera causa de ceguera adquirida en adultos en edad productiva.
También es responsable de miles de amputaciones al año, insuficiencia renal crónica y eventos cardiovasculares graves.
A nivel económico, el impacto es igual de alarmante. Según estimaciones del Instituto Nacional de Salud Pública, los costos directos e indirectos de la diabetes superan los 100 mil millones de pesos anuales, considerando hospitalizaciones, medicamentos, incapacidades laborales y pérdida de productividad.
Y sin embargo, muchos de estos casos podrían evitarse.
Prevención: el verdadero tratamiento
La diabetes tipo 2 no aparece de un día para otro. Se gesta durante años en estilos de vida sedentarios, alimentación alta en azúcares y ultraprocesados, y la falta de chequeos médicos preventivos.
Por eso, la prevención primaria es la herramienta más poderosa que tenemos:
Alimentación saludable: una dieta balanceada, rica en fibra, frutas, verduras y baja en azúcares simples, puede prevenir e incluso revertir los estados prediabéticos.
Ejercicio regular: al menos 30 minutos al día de actividad física moderada mejora la sensibilidad a la insulina.
Revisiones médicas anuales: medir la glucosa en ayuno y la hemoglobina glucosilada al menos una vez al año puede detectar alteraciones tempranas, incluso antes de que haya síntomas.
Chequeo oftalmológico anual: en muchos casos, el oftalmólogo es el primero en detectar signos indirectos de diabetes mal controlada.
Desde la consulta visual podemos abrir la puerta a una salud integral. Cambios súbitos en la graduación, visión borrosa constante, fatiga visual, resequedad ocular y cataratas prematuras pueden ser signos de alerta.
Un mensaje final
Ana llegó buscando lentes y terminó recuperando mucho más que su visión. La salud visual es una ventana directa a la salud sistémica. No es raro que, a través de una consulta de rutina, se logre un diagnóstico que cambia el rumbo de una vida entera.
Hoy, Ana vive mejor. Ve bien. Se siente bien. Y está agradecida por haber sido escuchada en el momento justo.
Ver bien no siempre significa estar sano. A veces, tus ojos pueden decir lo que tu cuerpo aún no sabe.Hazte tus chequeos. Cuida tu salud visual. Y si tienes diabetes, no dejes pasar más tiempo sin una revisión oftalmológica.

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